Miedo

Fíjate… Que más de 2 años después, hoy Facebook (esa red obsoleta que nadie usa) me ha recordado que yo tengo, muerto de risa, este blog…

Me ha dado un ataquito de nostalgia y me he puesto a leer.

Me he atropellado una mezcla de tristeza y amor.

Pensar en Calcuta es eso. Amor, pq eso es Calcuta para mí, y tristeza porque llevo demasiado tiempo echando de menos lo que vivo allí y quién soy cuando estoy «en casa».

Además, justamente… hoy he hablado con una amiga de Calcuta sobre la imagen que os comparto. Realmente da miedo pensar cuando hacemos algo que nos gusta… que lo estamos haciendo por última vez.

Y me ha dado por pensar que la última vez que estuve en Calcuta, quizá yo no lo sabía, y fue la última.

Y pienso y escribo esto entre lágrimas.

El virus nos ha quitado muchas cosas, y siendo sincera, no todas duelen, algunas pérdidas han sido un aprendizaje, y eso siempre es bueno…

Pero pensar que quizá no vuelvo a casa, pff.

No tengo yo hoy el día positivo. Quizá vuelvo a escribir por aquí, pero quizá mejor un día en que no me de todo tanto miedo.

Hoy solamente querría hacerme una bola a los pies de la tumba de la Madre, o abrir los ojos y darme cuenta de que estoy una tarde cualquiera en la adoración de las 7 de la tarde y que pronto saldremos al sofocante calor para decidir si vamos a Sudder street o cogemos unos Rolls y cenamos juntos en el BMS.

A veces la vida es más bonita si cerramos los ojos y soñamos

Holywins

Hoy muchos celebran Halloween, una fiesta pagana que exalta la muerte y ligada íntimamente con el satanismo. Yo ni puedo ni quiero compartir esa celebración.
Como católica celebro la vida, la santidad y la resurrección.

Por eso hoy, celebró Holywins, la victoria de la santidad.

Os comparto una imagen de mi Santa favorita. La madre Teresa de Calcuta. Podría haberos compartido su cara, pero eso lo conocéis de sobras, así que os comparto sus pies.
Unos pies deformados y gastados por el cansancio, el trabajo y los kilómetros caminados por el recalentado, irregular y sucio suelo de Calcuta.
Muchos acusan a las hermanas de vivir del cuento, de vivir entre riquezas y descuidar a los pobres… Bien, para ellos especialmente, los pies de una santa que amó hasta que le dolió, y entonces… Amó más

Willy, hoy te escribo yo.

Hola Willy,

me llamo Sheila, tengo 30 años y trabajo como orientadora escolar en un pueblo de la periferia de Barcelona.  No siempre he sido católica, y de hecho durante un tiempo fui contraria a cualquier idea religiosa, pero un día me encontré con Alguien que puso mi mundo al revés. Esto, si quieres, te lo cuento otro día.

No vengo a decir nada respecto a tu ya conocido y polémico Tweet, se ha escrito mucho (a mi parecer, demasiado) y no vengo a tratar de nuevo sobre eso.
Además, leí la carta que te escribió un sacerdote y creo que poco más se podría añadir… Pero me animo y mira… hoy te escribo yo.

Quisiera hablarte sobre tus más recientes (y no menos polémicas) declaraciones en TV3.

Hablas, y este es el punto que me motiva a escribirte y en el que me gustaría detenerme… de Madre Teresa de Calcuta.
Al respecto de ella dices cosas muy poco originales, pero que sin embargo me gustaría comentar contigo.

Dices: «Teresa de Calcuta es una de las mayores criminales que han pisado este planeta en toda su historia.»  Personalmente me parece una afirmación un tanto osada, pero sigamos, me intriga saber qué te lleva a pensar eso.
Continúas «Para que ustedes lo sepan, es una señora demente que decía que el mayor honor que podía tener un ser humano, evidentemente solo para los pobres, era morir con dolor como hizo Cristo en la cruz.»
Apreciado Willy, me jacto de conocer el carisma de Madre Teresa más que la mayoría de católicos que conozco, así que vas a permitirme, en este punto, te haga una pequeña corrección. Madre Teresa habla del privilegio que supone acompañar en el sufrimiento a Cristo en la Cruz, habla del privilegio que tienen ella y sus hermanas al poder acompañar a personas que han vivido despreciadas, maltratadas y humilladas (como Cristo) en los últimos momentos de su vida llena de sufrimientos (igual que María, la Magdalena o Juan acompañaron a Jesús en la Cruz, observando silenciosos y, probablemente, rezando a su lado).

Pero diciendo eso no habías acabado, así sigues: «¿Qué quiere decir esto? Que en sus presuntos sanatorios, que en realidad eran mortuorios, lo que hacía era dejar morir sin medicinas, sin analgésicos, sin ningún tipo de alivio a sus dolores para que se murieran retorciéndose de dolor en un colchón de mala muerte porque aquello los iba a acercar a Cristo.»
Verás, he pasado 5 veranos en Calcuta, en las casas de las Hermanas, especialmente en Nirmal Hidray, conocida como Kalighat, la casa de las personas que están muriendo. Willy, ¿has visto morir a alguien alguna vez? No es una experiencia agradable ni en la mullida cama el hospital más lujoso de Barcelona ni en las camillas de casa de las hermanas en Calcuta. Te lo digo porque, por suerte o por desgracia, he visto los dos lados. Muchos sufren, pese a la medicación, otros no, (si se me permite) gracias a Dios.
Te pediría que no mientas a las personas que estaban escuchándote desde sus casas haciéndoles creer que la muerte es menos muerte dependiendo del color de las sábanas.  Soy consciente que no lo haces a propósito, sino porque el dolor por algo que desconozco y el rechazo que eso te provoca hacia la Iglesia, te impiden intentar conocer ciertas realidades.
Las hermanas suministran medicinas, analgésicos y atención médica en sus hogares. Disponen de los medios que tienen, y son escasos, pero no alimentan el sufrimiento de nadie. Eso te lo aseguro yo, que he estado allí, y si no me crees, igual que te lo pueden asegurar cientos de voluntarios que pasan por sus hogares cada año. Algunos son ateos, como tú, y quizá su opinión te resulta más válida, aunque no entiendo el motivo.

Me gustaría explicarte algo que viví yo, una mañana de agosto en el verano de 2015 en Nirmal Hidray (Kalighat).
El voluntariado, por las mañanas, dura más o menos de 8 a 13.
Un día, sobre las 12 y cuarto llegó una hermana con dos voluntarios, llevando en brazos un atillo de trapos que olían… no te puedes hacer una idea, jamás he olido ni creo que vuelva a oler nada como eso, era indescriptible, y pese a que han pasado 3 años sigo recordándolo.
Pues bien, en medio de esos trapos sucios, había una persona, una mujer que no debía pesar ni 40kg que las hermanas habían encontrado en una calle de Calcuta muriendo. La recogieron y la llevaron a Kalighat.
Las hermanas, con una delicadeza maternal, lavaron a esa mujer, le pusieron ropa limpia, curaron y limpiaron sus numerosas úlceras y heridas llenas de gusanos y la pusieron en una de las camas, junto a la que una hermana se sentó a rezar tomando su mano mientras esperaban al médico. No habían pasado más de 10 minutos cuando esa mujer murió.
Efectivamente, en ciertos casos no se les da medicación ni analgésicos… pero entiende el contexto, esas mujeres que dan su vida por personas como la que te he contado, no son enfermeras, no son médicos, son religiosas. Viendo a la persona, le dieron la atención que necesitaba, aseo, ropa limpia, una cama, sacar los gusanos que estaban comiéndose sus heridas, una mano amiga… pero muy prudentemente no le administraron ninguna medicación al no saber qué padecía.
No vi, en ese momento, ni he visto en ningún otro de los 5 veranos que he pasado con ellas, el proceder de un delincuente.

Solamente me queda decirte, por no alargarme más…, que si lees esto, sepas que estaré encantada de ser tu guía por Calcuta si algún día te nace cierta inquietud por conocer por ti mismo si la obra de Madre Teresa fue una obra de amor empezada por una pequeña gran mujer, o por el contrario, de «una de las mayores delincuentes que ha conocido la historia».

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Querido lector, regálame 3 minutos

Estos días mis queridas «Sisters» están siendo noticia. Antes de ir a buscar porqué, te pido que te detengas un par de minutos a leerme.

Alrededor del 31 de julio de 2013 llegué por primera vez a Mother House. Conocía del carisma de las hermanas un par de frases de Madre Teresa y que tenían un comedor social en Barcelona.

No tardé más de dos días en enamorarme de ellas, de la ciudad que las había visto nacer y de la misión que Dios había puesto en sus curtidas manos.

En Calcuta trabajan con bebés, con niños, con enfermos, con moribundos… Y con todo aquel a quién nadie más se digna a mirar.

Viéndolas trabajar aprendí, que no hace falta ser madre para amar como una, que no hace falta ser madre para cuidar como una, que no hace falta ser familia o amigos para darle la mano al que llora o al que se está muriendo.

Aprendí que con poco, o con nada más que Dios, se puede ser más feliz de lo que uno jamás ha imaginado, y aprendí sobre todo que el amor y la alegría son las enfermedades más contagiosas que hay.

He visto a esas mujeres cuidar bebés y curar heridas de leprosos, besar la frente de un niño con fiebre y cerrar los ojos de una prostituta recogida de la calle que muere en sus casas recibiendo el mayor de los cuidados.

Las he visto hacer malabares con sus escasas provisiones para que nunca le falte pan a una boca, aún cuando hay 30 más de las que caben en una casa.
Las he visto entregar su parte con una sonrisa que no les cabe en la cara.

Vi eso en 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017… Y no os engaño, mientras lo recuerdo se me caen las lágrimas porque querría poder verlo también en 2018, pero este año, por motivos que no vienen al caso, no puede ser.

Estos días están haciendo correr la noticia de que al parecer en uno de sus centros podría haberse dado alguna irregularidad en la adopción de los niños.

Me llena de tristeza a unos niveles que no te imaginas, porque las «Sisters» son mi familia y me duelen como tal.
Entiendo y comparto que las autoridades pertinentes deban investigar y solventar cualquier irregularidad que se haya podido dar, pero a ti, lector (como yo, tantas veces sensacionalista…) te pido que no te creas todo lo que ves escrito en los medios.

Lamentablemente muchos de los periodistas que están publicando la noticia, es la primera vez que tienen constancia del trabajo de las Misioneras de la Caridad.

No defiendo lo indefendible y, desde luego, no afirmo que no haya sucedido lo denunciado. Digo que no lo sé, digo que puede ser verdad, porque todos nos equivocamos…

Pero te pido que antes de criticar, de echar leña al fuego o de reafirmarte en una opinión prefabricada sobre ellas… Me leas a mí, o a Ana Dominguez que también ha dado su opinión.

Antes de que puedas quedarte conforme con una mentira que han alimentado 4 periodistas desinformados que saben que criticar a la Iglesia vende, me lo digas, quizá el verano que viene podemos ir juntos a conocer a este ejército del amor vestido de blanco y azul.

Cuando nadie gana 

Me rindo. 

Hasta ahora he pensado que esta situación tenía arreglo. Ahora veo que he estado equivocada. Unos me llamarán optimista, otros sabrán que he sido ingenua. 

Veo violencia. Violencia institucional por parte del gobierno central y de la Generalitat. Violencia entre amigos, violencia entre familiares, violencia en los puestos de trabajo, violencia en las calles. 
Veo tensión. Tensión en toda España, por ende la veo también en Cataluña. Veo tensión entre amigos, tensión entre familiares, tensión en los puestos de trabajo, tensión en las calles. 

Veo dolor. Veo dolor en el corazón de todos los españoles y, claro está, dolor en el corazón de todos los catalanes. Veo dolor entre mis amigos, familiares, en el trabajo y en las calles. 

Soy catalana. Me siento catalana. Amo Cataluña. Soy española. Me siento española. Amo España. Me siento profundamente abandonada e ignorada por Cataluña. Me siento profundamente abandonada e ignorada por España. 

El egoísmo de unos y de otros nos ha llevado a una situación límite. Lo peor de todo es que han conseguido encender la mecha de una ruptura social sin precedente, y eso provoca que no seamos capaces de ver las consecuencias devastadoras que esto tendrá en un futuro más próximo que lejano. 

No tengo voz, influencia ni intención de llegar lejos con estas palabras… simplemente tengo intención de expresar como me siento… y no tengo intención de mentir. 

Estoy enfadada. Enfadada con mi gobierno, con el central y con el autonómico. Enfadada con mis amigos, que han permitido que esta situación genere tensión entre nosotros y que no nos permitamos hablar de ciertos temas para no enfrentarnos. Enfadada con muchísima gente, de todos los ambientes, que me miran y permiten que mi bandera me defina y defina mi relación con ellos, solo porque me niego a ponerle una estrella blanca sobre un fondo azul. Enfadada con mis sacerdotes y obispos que se entrometen  política y se pronuncian más allá de lo personal, atreviéndose incluso a nombrar a Jesús, en algo absolutamente destructivo, que no es su terreno. Enfadada con el silencio de los justos, porque como decía Santa Catalina de Siena, por haber callado el mundo está podrido. Y por último estoy profundamente enfadada conmigo por haber permitido que esto me robe La Paz y la alegría del corazón, porque he permitido que esto me entristezca en lo más profundo. 

Así que este escrito no tiene como función culpar a nadie, reivindicar ningún bando, exigir ningún derecho, exhibir ninguna libertad, transgredir ninguna ley ni abanderar ninguna revolución. Simplemente quiero expresar como me siento en medio de una belleza que siento se va desmoronando tal como la conocíamos.

Asumo que lo que está por llegar, pase lo que pase (y eso es lo que más desasosiego me causa, que no me parece que haya una solución «que acabe bien») será duro y, en muchos casos, no será agradable. Una vez asumido, solo me queda pedir a Aquel que siempre me acompaña y que es fuente de mi alegría, que no me suelte la mano. No es mi lucha porque hace muchos años Él ya me lo dijo, donde yo quiero vivir es donde Él me está preparando un lugar. 

Por alusiones…

No te entiendo.
O sí, puede que te esté entendiendo perfectamente… y por evitar un conflicto contigo, opto por preferir no entenderte.
Hablas de que defiendes mi libertad y mi cultura, sin embargo me veo inevitablemente arrojada a tu opción y no se me permite expresar mi opinión.
Miento… se me permite, pero las consecuencias son devastadoras.
Hablas de derechos y justicia, sin embargo yo me siento despreciada, silenciada y rechazada en mi propia casa. Siento que si finalmente no puedo quedarme, eso no es una elección, sino la única alternativa.
Hablas de historia, sin embargo parece que te refieres solo a la que vives y a la que escribes, la que queda detrás se te ha olvidado, y quisiera recordarte que ese es siempre el primer paso para repetirla.
Hablas de respeto a la lengua y a la diversidad, sin embargo mi lengua y mi opción no son válidas para ti y las criticas, censuras y rechazas abiertamente.
Hablas de derechos, pero no veo que los míos sean contemplados o respetados.
Hablas de amor a la bandera, pero si ves que amo la mía me censuras.
Hablas de revolución, y eso es lo único en lo que te doy la razón, está todo revuelto…

Yo sí tengo miedo

Dos semanas después, pese a que queda muy lejano, uno pasea por Barcelona y parece que todo ha vuelto a una siniestra normalidad. 

Desde que volví de Calcuta (el martes por la tarde), no había paseado por Barcelona. Hoy venían unos amigos de Madrid y nos encontrábamos en el centro… así que me he visto de repente en el semáforo delante de la rambla, siendo consciente de que estaba en el sitio donde hace dos semanas se desató el pánico en Barcelona. 

No hay más que unas pocas flores y velas a la entrada de las ramblas, que recuerdan lo que pasó. 

Eso… a priori. 

La realidad es que en toda la zona del centro no hay cobertura en los móviles, hay inhibidores. 

La realidad es que apenas hay turistas que pasean por allí un 31 de agosto. 

La realidad es que cuando pasas por allí (y me he sorprendido haciéndolo yo también) caminas deprisa, con cierta tensión y en el aire hay una sensación rara y difícil de explicar. 

La realidad es que solo hay que mirar alrededor para darse cuenta de que la mitad de la poca gente que hay por allí, son policía… no tan secreta. 

La realidad es que por mucho que sigamos con nuestra vida, a mí me da miedo pensar que podría haber estado allí, que cualquiera de mis amigos o familiares podrían haber estado. 

La realidad es que me da miedo que vuelva a pasar, porque puede volver a suceder. 

La realidad es que seguimos viviendo porque nos convencemos de que estamos seguros, pero no podemos estar seguros. 

La realidad es que hay quien está aprovechando el sufrimiento que hay detrás de todo esto para sacar tajada, para ganas prestigio (o votos), para hacerse un nombre, para lucrarse… y eso me da más miedo que el hecho de pensar que podemos volver a pasar por otro ataque. 

La realidad es que si las personas que tenemos al lado, si las personas que tienen el poder (a quienes, os recuerdo, nosotros les hemos dado ese poder) nos ocultan información, manipulan datos y aprovechan las muertes de inocentes para sus intereses… estamos no sólo desprotegidos, sino que estamos expuestos. Expuestos a que nos sigan engañando, a seguir inseguros frente a quienes quieran hacernos daño, expuestos a que utilicen nuestro dolor para seguir llenando sus bolsillos… y eso es, con diferencia, lo que me da más miedo.

Me da miedo la falta de humanidad, me da miedo que se propicien ciertas situaciones para herirnos unos a otros, me da miedo que se nos olvide lo que ha pasado, me da miedo que sigamos sin ofrecer alternativas, me da miedo el silencio de los buenos, me da miedo que seamos tan tontos que en unas semanas votemos empeorar está sensación de impotencia y división… 

Vivir algo así desde aquí 

Ayer pasó, algo tan temido como esperado. Hubo un atentado en Barcelona. 

Ahora todos lloramos, ahora ya todos somos un solo sentir. 

No fuimos Siria, no fuimos Pakistán, India o Nigeria, fuimos un poco París o Londres, pero definitivamente somos Barcelona… 

No voy a ser hipócrita, soy de Barcelona y por eso probablemente este atentado para mí ha sido algo más sentido. Además de que estando a 8000km de donde ha sucedido me embarga el pánico cuando me entero, casi en directo, de lo que está pasando (bendito 4G). ¿Mi familia estará bien? ¿Y mis amigos? ¿Las familias de las personas a las que quiero? ¿Las hermanas de Barcelona? 

Van pasando los minutos desde que nos enteramos y se mastica la impotencia entre los catalanes que vivimos juntos en el hotel… siguen llegando rumores y uno no sabe que creer (maldito 4G). Los cordobeses y madrileños que comparten hotel con nosotros nos miran con cariño, deseando no encontrar la mirada de alguien que recibe malas noticias… porque cada mensaje que recibimos nos confirma más muertos, heridos, incluso más ataques… se unen de corazón y de viva voz a la oración improvisada, Rosario en mano, que se monta en el jardín del hotel… cuando uno sufre siempre busca a su Madre.

Llegan vídeos desagradables y excesivamente explícitos que nos llevan a preguntarnos qué narices nos pasa como sociedad cuando en medio de semejante espectáculo alguien saca el móvil para grabar en vez de lanzarse a ayudar ni que sea dando la mano a la gente que grita desde el suelo. 

Y en medio de todo eso es fácil que de todos los corazones sobrecogidos por el hecho, por las noticias que llegan, por las imágenes… nazca la pregunta: ¿dónde está Dios esta noche en Barcelona? 

Lamentablemente en que eso pueda suceder está Dios, que con más amor del que nos merecemos, nos da una libertad que claramente no sabemos utilizar. 

Dios está llorando, como frente a la muerte de todos esos inocentes, como frente a la muerte de Lázaro. 

Dios está en la cruz perdonando a esos asesinos igual que perdonó a la Magdalena, a Pedro por negarle y al buen ladrón que compartía su suerte en el Calvario.

Dios está en todas las personas que en medio del caos, se abrían paso entre los que huían en dirección contraria… arriesgándose solo por ayudar. 

Dios está en los corazones que se han lanzado en una ola de solidaridad a donar sangre, acoger gente, repartir comida… 

Dios está en todos los que no vamos a echar un paso atrás ni vamos a renunciar a nuestro día a día por miedo, a los que no vamos a callar el amor de Dios por más ataques que nos inviten a dudar de Él… 

Recuerdo además que antes de venir a Calcuta, una de las veces que mi madre manifestó que le daba «cosilla» que me viniera aquí por la amenza… le dije «mamá si me quedo, ¿que crees? ¿Que no puede pasarme lo mismo en las ramblas yendo a ayudar a las hermanas aquí?». 

Esta mañana he estado hablando con una de las hermanas de Mother House (realmente en estas situaciones uno es mucho más consciente de que estas mujeres sostienen el mundo… desde el primer momento han buscado a los que sabían que somos de Barcelona pidiendo información sobre la situación y nuestros seres queridos, han ofrecido la Misa por ellos, han hecho una mañana de oración especial  por lo sucedido, largo etc.) y me decía que sí, que es cierto que han aterrorizado a toda España con una serie de ataques en pocas horas que han generado una sensación de estar a su merced… pero esto solo puede despertar una actitud en los cristianos. La actitud de mirar hacia Dios y dárselo todo a Él, de vivir sin miedo confiados en algo que mucha gente puede haber experimentado hoy en Barcelona, que solamente Él nos sostiene, solamente Él es seguro y solamente Él consuela… 

Y en medio de todo esto, quizá porque estoy lejos, quizá porque en el fondo yo también soy un poco más Barcelona de lo que fuí París o Siria… quizá simplemente porque en el fondo espero despertar mañana y que todo sea una mala pesadilla… pero veo las imágenes, leo los mensajes, las noticias, escucho los audios… intento imaginar que se vivió… y solo veo, leo, oigo e imagino el grito del corazón de Jesús en la Cruz, que en medio de todo esto sigue teniendo sed de que perdonemos, amemos y llevemos a esos terroristas hasta Su Misericordia, porque hoy, como en el día que matamos a Jesús… Él sigue teniendo sed. 

La Paz comienza con una sonrisa 


Hoy me he quedado a rezar en Mother house, en la tumba de madre Teresa. 

Pasar la mañana aquí es toda una experiencia, ya que uno, desde el suelo, ve pasar por delante un desfile de personas de toda clase que merece la pena quedarse solo por verlo. 

Hoy sin embargo, algo me ha llamado especialmente la atención. Han entrado dos amigas indias. No hacía falta mirarlas mucho para descubrir que una era musulmana y la otra hindú. Han pasado un buen rato en la tumba de la Mother.  Sentadas en silencio mirándola, probablemente contándole todo lo que llevan en el corazón.

Este tipo de cosas, que aquí suceden tan continuamente, no dejan de sorprenderme. 

Madre Teresa consigue estas cosas, este ha sido su legado… 

Estamos en un momento histórico en que con sus más y sus menos, el catolicismo no tiene buena fama y tampoco muchos seguidores (y ojo, que en muchas ocasiones se lo ha ganado). 

Sin embargo madre Teresa sigue congregando aquí más de 200 voluntarios de todo el mundo cada verano… y me sigue sorprendiendo. 

Sigue consiguiendo que cada mañana por su tumba pasen personas de todas las religiones a rezar con ella… 

¿Cuántas personas, que no sean católicas, conocéis que dediquen parte de su tiempo a rezar con una monja católica? Exacto, ninguna… sin embargo ella lo consiguió y lo sigue consiguiendo. 

En calcuta, madre Teresa es punto de encuentro, su tumba es algo así como el centro ecuménico no oficial del mundo… y me fascina. 

Con todos los conflictos y discusiones absurdas en las que vivimos inmersos… cuánto cambiarían nuestras circunstancias si, como ella, nos relacionásemos con todo el mundo empezando con una sonrisa. 

Que bien se está aquí 


Hoy el Evangelio nos remite a la Transfiguración. Ese momento en el que Jesús con tres de los apóstoles (Juan, Pedro y Santiago), sube al monte Tabor y allí se muestra tal como es, hijo de Dios, les enseña la Gloria De Dios, y ellos se quedan llenos de paz, como extasiados… 

Y es en ese momento cuando Pedro, con el que muchas veces, por cazurro y cabezota, me identifico, le dice a Jesús aquello de «que bien se está aquí» y le propone montar unas tiendas para quedarse allí arriba la mar de agustito, en vez de tener que bajar del Tabor a sus quehaceres de cada día… con sus luchas y tal… 

Pero ese no es el plan de Jesús… seguro que Él también estaba allí más cómodo que nadie, pero le hace ver a Pedro que Él no ha venido para eso, que no lo ha llamado para eso… no le ha llamado para que se quede en el Tabor comodito, en su zona de confort… no. Jesús invita a Pedro a bajar a su día a día otra vez, a guardar esa sensación y esa paz en el corazón para poder decir en su trabajo, a su familia, que el Señor es quien regala la paz y la alegría. 

Calcuta es mi Tabor, y yo soy una comodona igual que Pedro. Yo aquí montaría mis tiendas y me quedaría con esta paz, esta alegría, cerquita de Dios. 

Sin embargo eso no es lo que Él tiene previsto ahora mismo… y pese a que a mi me den ganas de llorar cuando pienso que solo me quedan aquí 22 días… Jesús hoy me recuerda que pese a mi cabezoneria y mi aburguesamiento, esta experiencia está en mi corazón, que la transfiguración que vivo aquí cada verano puedo guardarla e ir recuperándola cada vez que necesite un abrazo de Calcuta, un recordatorio de mi Tabor.